martes, 30 de julio de 2013

Hoy estabas especialmente.

Hoy estabas especialmente. Y cuando digo que estabas "especialmente" es absolutamente lo que quiero decir. No que estabas especialmente hermoso, especialmente mío, especialmente feliz ni que sos especial. Sólo eso. Estabas especialmente lejano, especialmente ausente y ajeno a mí. ¿Por qué? Podrías haber estado especialmente cariñoso, especialmente tierno, especialmente conmigo. Sin embargo, no estabas. Me gusta contemplarte, especialmente cuando te acercás, porque me sumerjo en una espiral de sueños confusos, largos, en los que ocurren miles de cosas, pero cuando vuelvo a mí, cuando vuelvo a vos... Vacío. Me ha gustado conocerte, especialmente el domingo, especialmente el lunes, especialmente cuando acabó septiembre. Pero no sos especial, sólo estás especialmente de paso en mi vida, no obstante, me posiciono en un futuro especialmente lejano y desde allí recuerdo el pasado y, especialmente, no te encuentro. O sí. Es algo especialmente incierto. Quién sabe, tal vez no tenga que evocarte porque estás a mi lado. Al final, cuando alguien es especialmente único, mágico, cálido, cuando alguien está especialmente, es Amor. Es amor cuando te gustan los lunes. Es amor cuando no te gustan los sábados ni los domingos ni las vacaciones en las que no podrás verlo. Es amor cuando lo ves especialmente todo lo anterior y sabés, y sentís que vos también estás especialmente.

viernes, 26 de julio de 2013

Veintisiete meses.

No voy a decirte que en ningún momento caí que ya había llegado el día. Estoy tristemente convencida de que esta fecha a vos te suena a chino. Pero yo la tengo tan grabada en mi corazón, que solo con sentir ese pensamiento se me acongoja el alma y, ¿por qué no? Caen un par de lágrimas que intenté reprimir con la misma fuerza con la que siento este amor. Me encuentro a miles de kilómetros de distancia de tu mano y a millones de tu corazón, pero estoy acá, de noche, un veintiséis de julio, más de dos años después, escuchando tu música, la que vos me enseñaste sin saberlo. Para mí es mi vida entera, una de las mejores noches. Admito que no sólo por vos, tengo ese amuleto tan sagrado para mí, “to me you’ll be forever sacred”. Esa noche calurosa a las 3:00 AM cruzando la plaza del monumento, este año pasé tantas veces delante de él y cada una de ellas se me revolvió hasta la última célula, confesiones que me hiciste. Cuando volví a verte, demasiados meses después... ¿Me quisiste algo esa noche? Juraría que sí, porque de eso me nutrí todo este tiempo, por favor, no me saques el único consuelo que me queda para mantener medio vivo este amor vacío, solitario y distante. Esta noche me trae tantos recuerdos… me recuerdan a vos tantas cosas… Mi perfume, las horas anteriores en casa de Mer planchándome el pelo, hablando tanto de vos, “es tu última oportunidad”. No tenía que repetírmelo nadie, era tan sabedora de la verdad de que nunca más volvería a verte a partir de ese momento, de ese último beso, último abrazo, “nos vemos, Agus”. Y tardamos muchos meses, pero al final, ¿qué? Nos vimos. Hablando, nuevamente, del pasado. El futuro no es incierto para mí, porque mi presente está siendo una lucha constante, casi, casi parafraseando al Che. Escuché la canción y tuve el ligerísimo anhelo de que, por ahí, remotamente en tu corazón, en tu más profundo subconsciente, pensaste en mí y la escuchamos juntos, como la payasada de mirar la Luna porque, en cualquier lugar que estuviéramos, estaríamos viendo la misma. Me llegó al alma la ilusión que está ahí, vos estás ahí, el sentimiento sigue acá, inamovible, inalienable, inalterable y, podremos estar todo lo lejos que estamos, pero esta sensación nos une.

miércoles, 24 de julio de 2013

A partir de hoy, se nubla la sensación de haberte perdido
y desaparece con ella el miedo que sentí cuando te tuve.
Incontrolable y obscena, erigida sobre una colina dominante,
no titubea un segundo, no se detiene un instante la burda idea
de que por fin habíamos conseguido anclarnos.
En cambio, nos encontramos en el medio, vacíos, exprimidos,
porque, a partir de hoy, como te amo te dejo ser,
como te quiero te dejo volar. 


martes, 23 de julio de 2013

   Cada día me formulo una pregunta que me ayude a olvidarte, como "¿por qué lo extrañás?", y me convenzo de que es por banalidades. Lo peor es ver cómo sigo esperando cosas de vos. No fuimos nada, pero por todo este tiempo sentí que éramos uno, y para vos éramos más. Sé que es así porque me lo dijiste, pero sabiendo eso, nunca dejé de pensar o sentir que vos sólo eras vos cuando estabas conmigo. Es increíble cómo te decepcionan, incluso cuando no esperás nada de ellos.

   A veces pienso que estoy confundiendo sentimientos, porque el amor no es ese dolor punzante que me ataca el pecho nada más despertarme, cuando pienso en vos, vos con otra, o en que ya no te tengo más y me culpo, y tengo miedo, porque ha habido sensaciones, pero nunca esta puntada en el centro.
   
   Así que ya no quiero enamorarme todos los días, porque después viene desenamorarse el doble. Este dolor no es amor, es lo que queda. Cuando no duele así es porque nunca lo tuviste, es porque no extrañás ninguna sensación con él. Es porque no te decepcionó, ni te mintió, ni te cambió por nadie.
 
   Me perdí desde el princicpio porque necesitaba creer lo que decías, no porque no supiera que mentías, es que en el fondo todos pensamos que puede haber algo de verdad, a todos nos gusta sentir que somos especiales. Es terrible cómo me perdí tan rápido en vos, pero me duele horrores hablarte como un final tan rotundo, no me deja ni un segundo la ilusión de volver a tenerte de cualquier manera. No quiero que nadie me saque eso.
  
   A veces es necesario perder la esperanza para empezar a creer en otras cosas. Quiero olvidarte para que vuelvas, entonces nunca te estoy olvidando... y nunca volvés. Sólo por las cosas que me diste, ya sé que no voy a olvidarme de vos en la vida. Una primera decepción, un primer fracaso, una última esperanza.

Te necesito, como a la luz del sol.

Intenté volver a lo que tan feliz me hizo en el pasado pero, incluso con la infelicidad y el dolor que me da -ya- no tenerte, te vuelvo a elegir a vos una y mil veces. Quisiera decirte tantas cosas... Como que desde la última vez que sentí que te tenía hasta el momento mismo que te perdí para siempre, no hubo un solo instante en el que no deseara con cada centímetro que regresaras a lo que fuimos. Pero ya estás "muy muy lejano" y parece que yo nunca me moví de nuestro pasado, de nuestro recuerdo. Intocable. Inalienable. Inamovible. Ineludible y miles de pensamientos negativos que me asedian, y es que me resulta utópico pensar que algo podría salir bien ahora. ¿Por qué no esperaste a cagarme la vida después del verano? A quién se le ocurre... Confiar en vos. Me río de mi propia ingenuidad, aprendí de vos. "Yo te puedo contar cómo es una llama por dentro, yo puedo decirte cuánto es que pesa su fuego" y es que amar en soledad es como un pozo sin fondo donde no existe ni Dios, donde no existen verdades.

domingo, 21 de julio de 2013

Bucle de ACTITUD.

Bucle de actitud por la seguridad, seguridad por la actitud. Sólo cuando el "ahora" se folla al "aquí" y nace el "siempre", y nace el "a cualquiera" y nace el "como sea". Por delante y por detrás.

sábado, 20 de julio de 2013

A partir de hoy te digo que te amo, que no puedo estar sin ti porque te extraño.

 A mí me gusta cuando me mirás fijo a los ojos, y parece que te desarmás. Me ponés esa cara tan tuya, suplicándome clemencia, pidiendo que no te permita caer, caer en este abismo. Yo te abrazo, porque sé que lo necesitás, te estrecho en mi cuerpo, quiero demostrarte que no está mal querer a alguien. No tengas tanto miedo al amor.Está bien, acá, conmigo, vení. Me volvés a mirar y ya no hay dolor, sólo deseo, sólo ganas de olvidar esa angustia que te llena el pecho y te hace dudar si seguir o parar. No querés pensar, y yo tampoco si eso no es lo que te hace bien. Te dejo quererme porque sé que lo necesitás y en algún punto, yo también. Sabés cómo olvidarte de la tristeza, sabés cómo arrastrarme con vos al olvido.

viernes, 19 de julio de 2013

Que lo apague para siempre.


No tengo una voz que agrade a sus oídos, pero aunque eso cambiara en manos del tiempo no tengo esperanza en un futuro, no tengo fe, no tengo ilusión. Ni ganas de soñar, ni ganas de esperar, ni ganas de creer. Tengo el poder de la insuficiencia y la inutilidad en ambos polos. No importa quién me sienta, no encajo en ningún sitio. En ambos, estoy condenada al mismo... - y por siempre. No tengo más que el incesante deseo de calmar el silencioso grito lastimero de mi alma. Si alguien sabe dónde está el interruptor de mi Sensibilidad... que, me haga el favor, lo apague para siempre. Si es que lo tengo.


jueves, 18 de julio de 2013

Siete de junio.


Fijate cómo estoy estos días que sólo escribo unos renglones y ya siento esta congoja que me oprime. Te amo por pura costumbre, porque en este tiempo que abarca más de dos años convertí tu vida en la mía, y ahora tengo terror de qué va a pasar el día que ya no te ame. Estoy decepcionada de vos hasta un punto que decir que duele no alcanza ni para empezar a describirlo. Pero es así, duele. Duele y resquebraja despacio y de manera incesante. Te veo y ya no estás, ya no sos él. Te leo y caigo en que te olvidaste de mí en el mismo momento que cerré la puerta del taxi y me alejé de vos. No te importó, no me extrañaste ni el segundo después del último beso, ni las horas siguientes, ni en este momento ni nunca. No me extrañaste porque jamás me tuviste presente y, aun sabiendo todo esto, no hubo un instante en el que yo dejara de amarte con todo lo que pude ser por vos. Pero ahora estoy asustada, más bien aterrorizada, porque encontré a alguien, Eme, y no voy a decirte que me ama con locura, como yo a vos (difícil). Ni siquiera voy a decirte que me ama, porque no lo sé, pero sí voy a decirte que me da, me da lo mínimo y ya es más de lo que vos en tu vida me diste. Me siento terrible por estar acá, escribiéndote todo esto, echándote la culpa de todo y odiándote durante un rato, porque vos no tenés culpa de nada, yo sola te quise hacer mío a toda costa y ese fue mi error desde el principio, porque creí en algo. Hoy no sé en qué. Te extraño, extraño a la persona que me daba la mano en el 98 y extraño al chico que me hizo reír en su casa. Incluso extraño al boludo que me sonrió en la ventana en agosto. Pero, ¿sabés a cuál no quisiera extrañar nunca? Al que no conozco, al que, sin conocerlo y sin saberlo, me hiere. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero”. Esto únicamente puedo leerlo y sentirlo ahora, quiero decir, entenderlo. Porque por ahí no me doy cuenta de que te sigo queriendo porque no concibo mi vida de otra forma, que leo tus cosas porque es lo que llevo haciendo años y que te pienso cuando el otro no ocupa mi mente porque es lo que mi cabeza sabe hacer desde el momento que acompañé a Erre a abrir la puerta y supe que, después de diez años, seguías siendo vos, pero no vos de "la misma persona", sino vos de "el indicado". Me llora el alma, Eme, me dolés tanto que parece la única forma de saber que sigo viva y enamorada. ¿Cómo que tenés que irte? Si recién te vi llegar.

miércoles, 17 de julio de 2013

noventa y ocho.


Te extraño tanto, Eme, tanto, tanto, tanto. Mi sueño de ayer, mi equipaje. Sí, estoy escuchando el poema de amor, nuevamente, porque parece que no hay nada mejor para describir lo que significás para mí y que, además, sólo vos podrías escucharlo y agradecerme que sienta tanto amor por vos, ya que jamás va a existir un quinceañero que lo sienta y lo comprenda. Han pasado tantas cosas, me gustaría estar allá para contártelas. ¿Qué sabés de mí? Nada… Necesitame un poco. La historia parecía escrita a medida para que todo saliera perfecto, como E y Ele, era obvio que iban a terminar eternamente juntos. Y nosotros, que éramos unos E y Ele cualquiera, estamos así, que no estamos. Que vos estás lejos de mí, pero también estás lejos de todos los demás que te aprecian, porque estás distinto. Y yo, que estoy tan distanciada pero tan poco distante, te siento a varios km de diferencia de la que puedo tener con Renata o con el abuelo. En mi mente estás guardado dentro de una caja de enormes ventanales y me mirás, sabés que te miro y sabés lo que siento, pero no puedo sacarte, "mariposa en arrullo". Pero eso no quita que la historia parecía escrita a medida para que el amor triunfara, para que todo saliera bien, para poder contar con alegría a los treinta años cómo fue que nos conocimos cuando éramos unos bebés, pero que desde ese momento supimos, sentimos el amor más grande y estuvimos convencidos de la eternidad del mismo. En cambio, ya no con tanta alegría, pero sí con mucha suerte, igual podemos contar como tuvimos todas esas sensaciones, pero que, sin piedad, fueron rebanadas de un hachazo y se esfumaron para siempre. A pesar de la perfección de la historia de amor distante que Dios creó, todavía no puedo entender que la nuestra no durara para siempre.
 
 

Me nace amarte.


Las cosas serían tan diferentes si me recordaras, si me necesitaras, si, de cuando en cuando, me mandaras un saludo, como hacías antes… Pero ahora estás en tus cosas, sólo tenés cabeza para tus tonterías, porque lo son, las fiestas, la ropa, la fama, son tonterías, cosas vanas, superfluas, nada tan profundo como el sentimiento que me producís. No tenés la cabeza bien amueblada y… te iba a decir “me parece perfecto”, ¡qué mentira! Okey, no me parece perfecto, pero, digamos que me parece óptimo, inmejorable momentáneamente. Es como dice la canción, yo me fui y vos te fuiste. Parece que la única estúpida que empacó treinta kg de ropa, vida, recuerdos y lágrimas fui yo. Parece que la que está lejos y distante soy yo, pero, lo triste y doloroso es que es totalmente al revés. Vos seguís en tu casa, tu ropa en el armario, tu comida en la mesa, tu cama, tus calles, tu gente, pero te alejaste, te fuiste de mí, te distanciaste de la realidad. Y con esto no quiero cometer la altanería de decir que yo soy la realidad –qué más quisiera que ser tu fantasía…-, sino que no vivís al día. El mañana no es ni seguro ni probable, ni es nada, el mañana para un nosotros no existe, pero sí existe para vos y no lo aprovechás. Compañero, no me dejes, por favor, no me lastimes ni un instante más, ya no podría soportarlo. Te aguanté muchísimas cosas, teneme un poco más de consideración y asumí que estás tentando las cosas demasiado. 23:23, te dejo en esta hora perfecta, como lo sos vos, como lo podríamos haber sido nosotros, como me destruiste a mí, perfecta e irrevocablemente.

Veinticinco de noviembre.

Al final de cada día desde hace, mañana, veinte meses, me acuerdo de cosas estúpidas que hicimos juntos o que pudimos hacer pero no me atreví. Todas las noches antes de dormirme me imagino a tu lado. Sólo eso. Nada de paseos, ni cines, ni peluches, ni helados, como esa noche Sólo vos y yo, lado a lado. A veces imagino que vuelvo a apoyarme en tu hombro, que vuelvo a cerrar los ojos y a obligarme a disfrutar de ese segundo más que perfecto como si no hubiera un mañana. Pero es que para nosotros no hay tal mañana.

La esperanza de una vida mejor.

¿Qué hay del amor, Eme? ¿Qué queda de la felicidad y la esperanza de una vida mejor? Del cambio, del progreso, de mi panza y tu panza rozándose. "En los momentos en que quiero escapar de mi propia piel" vos sos mi esperanza. De repente me planteo todo desde cero, mis principios, mi futuro, todo por vos. Yo quería una vida mejor, no un retroceso, pero si de ese retroceso depende mi felicidad te juro que retrocedo, te juro que voy donde quieras. Educarse, salir, entrar, cuál es el camino que elijo para mí. Vos. Vos sin amor, vos, tu amistad, vos y los nervios antes de volver a verte. Eme, pago el precio que sea por volver a vivir esa sensación cuando asomaste tu hermosura entre la noche, el frío y la lluvia. Cuando me sonreíste después de tantos meses sin haber visto aquél maravilloso gesto. Si el precio es ese, mi futuro, Eme, sin miedo a tu nombre, lo pago. Eme, vos sos la esperanza, vos sos el camino que elijo para mí y si nunca cambiás ni progresás, si me equivocara, juro que tendré el valor para empezar de nuevo.