domingo, 31 de enero de 2016

y ahora

No creo en el fin de la lluvia, siempre en alguna parte del mundo está empezando a llover. No puedo creer que nada termine realmente, ni siquiera la vida. Mucho menos nosotros. Aún hoy me pregunto qué fue lo que falló. Tal vez caminamos separados alrededor de una farola y eso hizo que tuviéramos que despedirnos para siempre. Tal vez, como dijiste un día, nosotros nunca podamos despedirnos para siempre. Hoy sólo sé que las cicatrices de tu amor coartado me están desfigurando el rostro. Que la marca de tu beso fugaz como un milagro está quemando. Y me duele. Y me caigo. Y no estás, ya no estás y cuando vuelves te grito que dónde has estado, que por qué me dejaste sola, que por qué dejaste abierto y me apagaste la luz. Si sabías que yo tenía miedo a la oscuridad, por qué apagaste la luz. Si sabías que hacía tanto frío que nos cortaba los labios, por qué no cerraste la puerta con candados. Te fuiste como se van las cosas que no pesan. Rápido, de puntillas. Y todo está igual desde ese día. Y tú, en cambio, tú quién eres. Tú no eres el que yo quiero tanto. Ojalá pudiera traerte de nuevo y quitarte todo lo que te entregué de rodillas, todas las veces que te toqué las manos, los nosécuantos "te quiero" que te puse en los labios como un punto y sigamos, que podemos, que peleamos, que vale la pena intentarlo porque yo sin ti me muero y tú sin mí...