sábado, 30 de abril de 2016

Habría sido un gran día

Tienes razón. Si lo hubiéramos intentado no habríamos durado más de un día. Pero cómo nos está matando no haber tenido ese día. O, al menos, cómo ha desgarrado mi vida el no haberlo intentado. Por ti. Por mí. Por miedo. Porque a veces tanto amor asusta y hoy lo entiendo. O sencillamente porque en ocasiones pasa que lo que creíamos que era perfecto en realidad no lo era tanto. Y que tú y yo estábamos ahí, sí, en el momento adecuado, sí. Pero cuántas personas más estaban al mismo tiempo a nuestro lado. Y en cambio yo quise que mi destino fuera por el camino del tuyo y ellos no se llevan bien. Y ya está. ¿Sabés? Ya fue suficiente. Por ahí otro día lo hablamos. 

hacia lo salvaje

Pausemos el pensar. Se terminó. Basta para mí. Basta para todos. Basta de fingir. Ahora estoy sola, realmente sola, porque la única persona que me quitaba el miedo a pensar se ha ido. Hace un rato que atravesó la calle que alguna vez nos unió en quirúrgica cercanía y que ahora nos separa. Hace un tiempo que está lejos de mi lado de la cama. Porque él no finge. Ya no le hace falta, si es que alguna vez tuvo que pretender ser para creer que era. Pero no fue nada. Estamos lejos de la realidad desde que inventamos a Dios, o peor, desde que inventamos las palabras. Y él, en cambio, cada vez más cerca. Cerca de él mismo, de lo salvaje. Y lejos de mí. Pero yo quiero volver a sentirme animal para poder guarecerme en su pecho, mi hombre centauro. Para poder buscar su olor en la oscuridad. Para poder... Volver a ser, a nacer, a recomenzar en lo puro, en el instinto. Y dejar de pensar. Porque ya fue suficiente. Porque basta para mí. Basta, para todos.

domingo, 24 de abril de 2016

No sé si a vos te pasa, pero las cosas de a poco y solas se van arreglando. No sé si te pasa, pero ojalá que sí. De a poco todo recomienza, lo que estaba a medias se decide por terminar; lo que un día llamé amor se define como "quizás". Y así vamos avanzando, paralelos, ajenos. Extraños. Como algo que se eleva para ser y para no ser, todo a un tiempo y nunca más. Ahí vos, sin duda lejos. Y aquí, nada. Una vez estuve, pero hoy no hay nada. Porque eso a lo que un día llamé amor, vino a visitarme para decir que estaba equivocada. Pensé en hablarte para que supieras que ya no hacía falta que volvieras, que estaba tan demás como ese día de diciembre que te fuiste para enseñarme a definir perder. Y sobrenada persistente la tristeza de esos meses en los que estuve sola, realmente sola. Realmente sola. Porque decidiste que había sido suficiente. Porque te fuiste para siempre, ¿todavía me entendés? Agarraste tus cosas y no me miraste a los ojos nunca más, ese día que me dejaste llorando en medio de la calle y no volviste más, vos sabías que algo se rompía eternamente y que nunca lo íbamos a poder arreglar. Y no te importó. Nuestro amor no te importó. Los años de lucha contra mí misma, contra mí por ti, el destrozo y la pobreza que dejaste acá adentro, nada te importó. En esta vida me despojaste. Porque elegiste dejarme sola corriendo por un túnel oscuro con un suelo repleto de colillas. Un túnel que no tenía final. Hasta que un día se acabó. 

domingo, 3 de abril de 2016

sigue

Otra vez amaneció mientras esperaba que ocurriera porque no puedo dormir de noche sin soñar con que te vas mil veces como te fuiste aquel día. El hilo rojo que iba desde La Laguna hasta Buenos Aires parece tentar a la suerte en su perpetuo vaivén, en su quirúrgico tira y afloja. Al norte tú, inquieto, solitario, dos años por delante. Al sur yo, ajena, adorada. Y en el medio, los dos, pertinentes, en el momento justo, en el lugar adecuado. 
Un nudo en la garganta me ahoga y me nubla la vista cada vez que pienso en ti, en tu afán de justicia, en tu pericia de prófugo, en el rastro que dejaron tus zapatos la última vez que te vi y era de noche. En todo ese dolor que ya no dejo entrar más de cinco minutos al día, mientras en la calle el sol sigue su rutina de aparecer como si no le importara que tú te hayas ido y los pajaritos cantan sin saberlo y alguien acaba de llegar a casa y alguien se está yendo y la vida no se detuvo ni un instante desde que tú te fuiste.  
A veces me obligo a creerte lo de que me querías, aunque antes de dormir cada mañana sepa que todo nuestro amor cansado fue de mentirita.