miércoles, 29 de julio de 2015

Centauro

Ahora sólo puedo pensar en Madrid. 
Sigo teniendo ese sentimiento cada vez que lo recuerdo. Hay un poco de esperanza en esa ciudad sin más verde que el de los semáforos. Hay algo que la dibuja menos enorme y solitaria. 
Para escribirte como quiero tengo que recuperar en mi cabeza el perfume de tu cuello, el sabor de tu lengua. Construyo un hogar sin patria en el calor de tu espalda. Tus brazos infinitos son mi refugio y mi guardia.
Hago un mapa de tu cara con la yema de mis dedos, navego por tus mares, anclo mi sonrisa en la costa de tus labios, escalo tus pómulos enmarcados, camino por tu frente, desciendo hasta tus manos. Y las hago mías en mi pecho, mi hombre centauro.
Te quiero, pero es inútil pretender que existe algo más que mi lobo disfrazado de cordero. Henos aquí, con tu boca de juguete prestándose a mi voluntad, pudiendo escapar cien veces de lo que ha abandonado pero no pudiendo huir de lo que ha perdido.
Cada reina en su trono, y mi centauro conmigo.
Y qué pena que nada sea para siempre, amor.
Lo estoy llevando lo mejor que puedo. Lo estoy haciendo como me enseñaste. Y no sirve de nada.

jueves, 23 de julio de 2015

Sin cigarrillos ni guerras mundiales.

Quién besa a quién, es algo de lo que siempre me olvido.
La próxima vez prometo estar más atenta.
Como cuando saboreé tu lengua un minuto más, 
sólo por si era el último.
Ahora las alemanas están en Alemania,
y yo en tu cama 
y tú en mi cuerpo.

Te perdí como a un río o a un continente,
como a esas cosas que siempre podrás volver a tocar sabiendo que han cambiado, 
que ahora son diferentes.
Es estéril pretender que sólo querías que hiciéramos el amor como franceses
o que hay algo más que el sol inexistente que en su puesta nos iluminó la noche
y en su salida trazó una ruta de adiós
entre tus ojos y mis ojos.
Como si no hubiera un fin, 
sólo una continuación, 
que se extiende hasta formar algo perfecto, 
un juego hostil en el que pierde quien se traga las cosas.

miércoles, 15 de julio de 2015

Hasta que el sol aparezca me voy perdiendo en tu aroma.

El aire desprende calor y vino. 
Separados por unas ínfimas capas de tela y piel, no estamos solos, pero tampoco quiero. Porque hoy te odié más que nunca, y ahora quiero dibujarte entero con la yema de mis dedos. 
Hoy desprendo verdad por cada punto de mi cuerpo y no me quedo con las ganas de pedirte que me beses un poco más, sabiendo que voy a perder siendo la que menos armas tiene. 
Sé que no te voy a volver a ver así, rendido a este milagro que hacemos que exista, pero vamos a seguir cerca sin importar la distancia. Así que te lo digo, ya no tengo miedo. Bésame de nuevo, bésame más despacio, bésame de mentira porque esta noche quiero creerte. 
Que después vendrán los días de dormir sin descansar, pero eso será mañana. Y mañana es otro día que no me va a importar. 
Porque ahora estamos aquí, tú por debajo, yo por encima, como una sutil burla del destino que nos intenta decir... ¿Qué nos intenta decir?
Que ya no hay tiempo para pisar el freno, que estamos vivos. 
Que este es el aquí y el ahora del que tanto hemos hablado y no podemos escapar. Estamos atados. Yo a tu cuerpo que me aprieta con fuerza para que no me aleje. Tú a mi mente que te nombra y te suprime. 
Hasta que el sol aparezca.