miércoles, 29 de julio de 2015

Centauro

Ahora sólo puedo pensar en Madrid. 
Sigo teniendo ese sentimiento cada vez que lo recuerdo. Hay un poco de esperanza en esa ciudad sin más verde que el de los semáforos. Hay algo que la dibuja menos enorme y solitaria. 
Para escribirte como quiero tengo que recuperar en mi cabeza el perfume de tu cuello, el sabor de tu lengua. Construyo un hogar sin patria en el calor de tu espalda. Tus brazos infinitos son mi refugio y mi guardia.
Hago un mapa de tu cara con la yema de mis dedos, navego por tus mares, anclo mi sonrisa en la costa de tus labios, escalo tus pómulos enmarcados, camino por tu frente, desciendo hasta tus manos. Y las hago mías en mi pecho, mi hombre centauro.
Te quiero, pero es inútil pretender que existe algo más que mi lobo disfrazado de cordero. Henos aquí, con tu boca de juguete prestándose a mi voluntad, pudiendo escapar cien veces de lo que ha abandonado pero no pudiendo huir de lo que ha perdido.
Cada reina en su trono, y mi centauro conmigo.
Y qué pena que nada sea para siempre, amor.
Lo estoy llevando lo mejor que puedo. Lo estoy haciendo como me enseñaste. Y no sirve de nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario