De cada despertar.

Fue la verde luz que sale de tus ojos, esa luz que alumbra la distancia entre tú y yo, que llena de esperanza mi renglón. Esa luz que recompone. Fue tu abrazo añil, que pinta con caricias el candil que alumbra cada nota de mi voz, mimando con susurros el temblor de este amor que se desboca si lo provocas. Fue un abrazo de tu amor con guantes, con sonrisas que me regalabas, EL SABER QUE SIN TI NO SOY NADA, yo estoy hecha de pedacitos de ti, de tu voz, de tu andar, de cada despertar, del reír, del caminar. De los susurros de abril, del sentir, del despertar, aunque la noche fue gris, del saber que estoy hecha de pedacitos de ti. Fue la verde luz, la dueña de mis noches, esa luz, que entrega cada pétalo de amor, que aspira a las sonrisas con su amor. Esa luz que recompone mis emociones. DE TU VOZ, DE TU ANDAR, DE CADA DESPERTAR.

Muchos interrogantes pueden generar crisis.

Ni los, ni nos, ni vos ni yo debemos cargar esta cruz. Comprender, aceptar, hicimos nuestro camino al caminar y hoy decidimos frenar acá, no vamos al mismo lugar. Traté de hacer a mi bien tu bien, y ves bien que me salió mal, no acostumbro a fracasar. Hasta acá, ya fue, me voy, mi vida no está junto a vos. Ya me cansé que te dé igual si soy feliz o no lo soy. Comprender, aceptar, parecía tan fácil como sumar tu amor y mi lealtad, mi ternura y tu amistad. A veces Marte y Venus se llevan mal, no es cuestión de maldad, es duro aprender a amar. Acá estoy, despidiéndome, mascando tu rencor, lo sé. No me quedó más que aceptar que soy tan culpable como vos, yo también dejé de regar la flor de la superación. Comprender, aceptar, prometiste cuidarme sin importar y hoy ya no importa mi bienestar, lo importante es tu ansiedad. Rigió en mi vida el azar una vez, ¿sabés? No me gusta apostar, siempre me tocó pagar. Hoy nos toca despegar, por más gritos de paz, por más soledad que hoy castiguen mi voluntad, POR LOS DOS, YA NO VA MÁS. El tiempo nos dirá qué hacer. El tiempo nos dirá que así estuvo bien.