viernes, 27 de junio de 2014

Antigüedades

(2012)
Lo que tuvimos o no tuvimos fue lo más grande.
Era, antes que nada, mi mejor amigo.
Sabía todo lo que se podía saber.
Pasamos mil cosas,
buenas, malas, peores
y nos seguimos queriendo a pesar de tanto.
Nos hicimos mal,
nos hicimos bien, nos enseñamos,
nos hicimos crecer y mejorar.
Parece que no te va a pasar algo tan lindo con nadie más,
pero es mentira.
Claro que vuelve a pasar,
y no es antes o después,
 cuando estás más o menos preparada.
Es cuando llega
precisamente el que tenía que ser
y no otro.
Por Dios,
cómo no iba a volver a pasarnos algo tan lindo,
somos tan jóvenes,
libres e inmaduros...
Y ahora, después de habernos lastimado tanto,
después de los ataques de ira suyos,
de los de celos míos,
los de miedo a perdernos,
los de verlo tirar sillas en restaurantes,
los de salir corriendo a llorar en la calle
mientras lo único que hacía era
sentarme a esperar que viniera a consolarme,
y llegaba a mí con ese abrazo,
y yo rodeaba su pierna,
él me secaba las lágrimas
y me miraba con tanto amor
"por favor, ya no llores"...
Después de todo eso,
ahora estamos preparados para querer mejor.
Para querer bien,
para dejar de lastimar,
de enfadarse, de celar, de temer.
Estamos listos para todo
y ojalá a él también le llegue
con quien poner en práctica toda la calma
y la paciencia que aprendimos a tener,
la capacidad de perdón,
de que el amor siempre fuera más fuerte.
Ojalá a él también le llegue de nuevo
el día de despertar
con toda la ilusión del mundo
porque tal vez hoy sí le dejaron
el cursi y espantoso y adorado
mensaje de buenos días.
Y que a mí también siga llegándome.
Que al final terminaremos por superarnos,
pero que nunca esperen que nos olvidemos
o dejemos de querernos
porque después de tanta cosa bonita,
éramos, antes que nada, los mejores amigos.

martes, 24 de junio de 2014

Inestabilidades

Qué sucio tu juego.
Hiciste que me acostumbrara,
y justo cuando sos
el primer pensamiento de la mañana,
me quitás los buenos días
que hacía demasiados meses ya no esperaba.
Los 30 van a llegar tan rápido
como tan cerca están ahora los 20,
y no habremos hecho nada
de eso que tanto soñamos.
Y no entiendo cómo toda la maldad
del mundo me sacó tan rápido
las ganas que siempre tuve de seguir
mirando al frente.

Como me nutro de la poesía,
tal vez Dios sólo quiere ayudarme
a no morir de hambre.
Por eso sólo me da motivos para seguir escribiendo.
No tengo nada más.
Cuánto odié en mi vida
a las personas cargadas de negatividad,
a los que te hunden con su tristeza.
Pero a veces se acaban las razones
por las que volver a intentar.
Y qué bien que no sea un amor el que me destruye,
qué fuerte y valiente me hizo
el no depender nunca más de nadie.
Y qué vacía, qué oscura y siniestra
me volvió el saber que nunca moriría de amor.

Lo dejé todo en manos de la suerte,
y qué pronto,
la suerte que siempre digo, es para los mediocres.
Abandoné el éxito y me regodeé en que todo fuera mal.
Alguna vez un rayo de sol
y después más de la eterna oscuridad.
Un día cada ciertos meses dejaba a alguien entrar,
destrababa los cerrojos
y le permitía creer que podría tocar mi alma.
Jamás.
Y cómo esperar que no lo asustara
este lúgubre estado de inadmisión.

Que se alejen de mí todos los que sueñan con
robar, romper o reparar corazones.
Que se alejen los que quieren
izar banderas blancas en las mentes en guerra.
Que me gusta así, inestable y devastada.
Que me quiero así, incompleta, rota, atrapada.
Con mis poemas bajo el brazo
hasta los confines de la tierra,
con mis musas a la espalda,
con toda la locura y el sufrimiento de este mundo
como si fuera responsabilidad mía
el no poder arreglar nada.
Que quiero seguir queriendo así,
desordenadamente,
como todas las cosas que en mi vida no tienen un lugar establecido.
Como una errante exiliada de su patria
y de la patria que la acuna.
Una bandera que no ondea,
una mar que siempre está en calma,
 un bichito de luz que se apaga.
Un monstruo que sale de debajo de la cama
y se acuesta conmigo
y se duerme en mi almohada.

Desórdenes

Lo que necesito es recuperar el orden, incluso el de mi desorden favorito (claro que hablo de ese que sólo vos conocés bien). Tengo que recuperar el control de todas mis obsesiones, ponerme al día con los libros que están a medias, con las series abandonadas a mitad de temporada, con los poemas a medio hacer, con las personas a medio conocer. Qué fácil y qué bien va todo cuando lo tengo bajo control. Sólo si estudio toda la mañana podré ver un capítulo de Juego de Tronos, escribir un poco, correr un rato, tocar la arena, tomar el sol, nadar como en aquellos días. Sólo si me dejo ser feliz podré hacer todo eso de lo que disfruto. Y quién sabe, tal vez también pueda besarte. Por primera vez, de nuevo. Una vez más. Esto no es un poema. Esto no es para vos, para ninguno de los que lo estén pensando. O tal vez sí es para alguno, para el que menos lo espera. Para el que está harto de no ser él por quien escribo. Lo que está claro es que es para mí, a ver si me organizo un poco, que ya me cansó lo de dejarlo para el último momento, que después vienen las prisas y a mí no se me da bien eso de olvidarte rápido. O eso de olvidarte. Punto.

Un poco para mí, un poco para vos, tanto para el otro. No hay orden ni en lo que escribo, pero hace demasiado que no improviso lo que tengo que decirte, que decirme, y lo releo veinte veces antes de darle a "publicar", e incluso ahí vuelvo a cambiarlo, y una vez me dijiste que hablarte escribiendo un poema era fácil, porque podía pensar lo que quería transmitir, que lo verdaderamente difícil sería decirte que te quería mirándote a los ojos. Pero para mí no existen dificultades si me enfrento a tu mirada, no tengo miedo de nada y cuántas veces habré llorado ante esos ojos que creía impasibles. Tiempo después aprendí a valorar el aguante que tuviste conmigo. No fue fácil sostenernos a los dos, y así nos derrumbamos. Pero esto no estaba siendo para vos, y sigue sin serlo.

Fue inhumano para los demás, tanto tiempo en contra de la rutina hizo que el desorden fuera, precisamente, llevar una. Y ahora que quiero volver a instalar la calma en todas las parcelas de mi vida, sólo será posible volviendo a lo inhumano. A que la rutina sea el caos y la solución esté en hacer una vida diferente cada día, ser alguien nuevo y distinto cada mañana que amanezca de noche porque no importa a qué hora se duerma o se levante el sol, nosotros vamos a lo nuestro, y afuera que caiga el cielo. Total, yo quiero volver a querer queriendo sanamente. A mí. Quiero perdonarme, reconciliarme conmigo, dejar de regañarme por haber cambiado el plan. Parar de culparme, de juzgarme, de gritarme, de corregirme, de querer ser perfecta en todo y vuelta a empezar. Ahora que ya no estoy en  mi contra, el mundo viene a mi favor. Y qué bien sienta liberar el lastre y quemar todo lo malo.

Pero no me hagas mucho caso que, como siempre digo, esta no soy yo. Es ficción literaria.

sábado, 21 de junio de 2014

Pensares

Yo pude salvarme y no quise.
Ancló en mi orilla el barco
que podría haberme rescatado
de morir ahogada, y no subí.
Lo alejé de mí con mis inseguridades de siempre.
Levé sus anclas con las locuras,
las cicatrices que me dejaron
los traumas de tu amor incapacitado,
de tus mentiras,
de todas las veces que me hiciste daño.
Te culpo.
Es verdad que dejas huella,
pero deforme.
Cargo con el lastre de haberte querido tanto
hasta el día que me muera.
Hasta el día que me faltes.

viernes, 20 de junio de 2014

Noviembre.

Tres veces mío.

Como cada casa tiene una fragancia peculiar,
la tuya va impregnada en mi piel
como una herida de fuego.
Por eso de que tu cuerpo es mi hogar.
Y por eso de que yo soy tu cuerpo.
El impulso de tus pasos,
la que va detrás y te levanta,
la que te da la fuerza que el resto del mundo te quita
para querer seguir intentando.
Sin titubear, siempre firmes, frente a frente,
incondicionalmente el uno para el otro.
Y ahora que me necesitas más que nunca,
yo me detengo ante tus ojos y te doy lo que te falta.
Y afuera que caiga el sol.

Cada vez estás más cerca.
Tan cerca que ya no siento peligro.
Tan dentro que hago míos los latidos de tu corazón
y ahora somos uno.
Intenté reemplazarte, ¿sabrás perdonarme?
Es verdad,
quise llenar el vacío oceánico que me ahogaba cada mañana
al no encontrar el ridículo "buenos días",
y te juro que casi lo consigo
pero parece ser que me desangro por todos los costados
y tengo la intuición de que eso asusta.
Los datos actuales son los siguientes:
- ya no quiero quererte un día más.
- me compré el vestido aquél que te gustaba tanto
y tenías razón, joder, qué bien me sienta...
Y qué bonitos eran los vestidos
cuando me ayudabas a quitármelos.
El de los miedos, por ejemplo,
fue el que mejor le quedó a mi cuerpo desnudo.
Y el de tus besos en cada esquina
me lo dejaría puesto para siempre.
Sé que podrás perdonarme.
Esta me la debes.
Esta te la guardo.
Y a esta cerveza invitas tú,
por todo el daño que me has hecho.

miércoles, 11 de junio de 2014

14 de febrero, aunque suene como un tópico.

Hoy te quiero escribir un poema como los de antes.
Como antes de saber que,
en algún punto te tenía
-aunque solo fuera un versos-
Como antes del odio y el rencor
y de esos días desperdiciados
de los que ya te hablé.
Escribirte se trata de quererte
y quiero quererte de la misma forma sana
que un día hice.
Ciegamente.
Ya no puedo,
miles de dudas danzan ante mis ojos
cada vez que es tu sonrisa
la que quiere hacerse un hueco.
Ya no puede.
Que no te frenen todos mis miedos,
que tuve una conversación seria con ellos
y si hay algo a lo que no temo
es a ser capaz de quererte hasta el último momento.
Y sólo vos conocés muchos de esos fantasmas
que me atormentan en las mesas
y en mis sueños,
que intenté pactar con ellos
que dejaran de asustarme
pero nunca tuve valor suficiente
para terminar de ahuyentarlos,
aunque el miedo a ser tuya no me dio tantos problemas.
Sólo unos meses de concilio
entre perdonarte por el dolor de tu triste pérdida
y el amor tan grande que, creo,
un día ME tuve.
Llegaron a ponerse de acuerdo
y esta noche todo lo que te pido
es que cuelgues tu sombrero a esas esquinas
de las que tanto hablo,
las de mi cuerpo,
y que no hagas esperar un segundo más
a la mujer que se aleja de la poetiza
para esperar que al doblar la esquina
-esta vez la de mi casa-
estés esperando en la puerta
y que no haya nadie abrazado a tu espalda
porque todavía no entiendo qué hacés tan lejos,
si yo no muerdo.

Bueno, a veces, cuando beso.

jueves, 5 de junio de 2014

Si estábamos tan predestinados a encontrarnos en el medio, en el final lograremos alcanzarnos.

A quién le importa si te hablo o no, 
a quién le importamos nosotros, 
si lloro o si no lo hago, 
si sufro, si te sigo queriendo. 
A nadie le importa. 
Este amor es mío, igual que vos lo sos. 
Cuando hablamos es cuando no te menciono con nadie 
y ojalá sea así para siempre. 
Ya no te veo como una debilidad, 
ya no tengo miedos 
y si quiero sentirte cerca 
en toda esta distancia 
voy a acercarme 
de la única manera que me permitas. 
¿Existirá la noche que sea nuestra 
y esté en la cama sin derramar una sola lágrima? 
A veces pienso en todo lo que podría haber pasado 
de haber cambiado el más mínimo movimiento. 
Pero al fin y al cabo, 
si no me quisieras,
¿hubieras aguantado mis malcriadeces
todo este tiempo? 
Y por no pelear más, 
hablemos de otras cosas, 
de todo lo que nos une 
y no de lo único que nos separa. 
Nuestra química es tanta 
que después de besarnos 
aparece metanfetamina azul con un 99% de pureza. 
Pero no importa todo lo que pueda explicarte 
o lo que me pueda costar pedir perdón 
por mis errores 
sabiendo que nunca vas a pedir excusas 
por los tuyos. 
No importa lo que diga 
para hacerte entender cuánto te quiero 
y cuánto me arrepiento de los fallos 
en los que sólo conseguí alejarte de mí, 
jamás vas a tener idea de lo que es sufrir 
si no tenés que extrañarte nada más despertar, 
no sabés lo que es querer dormir eternamente 
para no tener que enfrentarme a las mañanas sin vos, 
a abrir los ojos y no encontrarte, 
y sentirte tan lejos de mí. 
Y saber que siempre vas a querer 
a quien nunca va a merecerlo. 
Pero estoy cansada, 
y no sólo no quiero discutir, 
sino que no quiero luchar más por esto 
cuando sé que, 
si estábamos tan predestinados a encontrarnos en el medio, 
en el final lograremos alcanzarnos. 

miércoles, 4 de junio de 2014

Y nuevamente se desmoronarán las paredes de todo lo que construimos juntos.

Día 1:
Como beber sangre de unicornio. 
Así se siente superar los días mas débiles 
y llenos de flaqueza. 
Pasarlos me da la fortaleza suficiente para aguantar, 
tal vez un par de días, 
con suerte una semana más 
y nuevamente se desmoronarán 
las paredes de todo lo que construimos juntos. 
Y tengo que sostenerlas con mi cuerpo 
pero me tapan cada vez más 
los escombros de nosotros. 

Sensación, día 1000:
Me avergüenzo tanto de mi error 
que no me da la cara de contárselo a nadie. 
Pasó lo que dije que pasaría 
y es que te lo tengo más conocido que a mí misma. 
Una vez más, arruiné el esfuerzo 
y la constancia de semanas largas y horas eternas. 
Ahora al menos sabe lo que pienso, 
pero él nunca va a cambiar, 
jamás va a merecer todo este amor. 
Con lo tranquila que estaba... 
Hacía siglos que no se me escapaba una lágrima 
por amor, por dolor. 
Y ahora otra vez la niña débil y azul 
se apodera de mi cuerpo. 
Y vuelta a empezar,
 a recorrer cada día con un peso 
que triplica mi fuerza cargado sobre la espalda
-que alguna vez abrazaste-
El peso de nosotros, 
de todo lo que nos quisimos 
y la mierda que queda ahora. 
Y caminar cada minuto que compone esta vida 
con cadenas en los pies que acaban en enormes bolas. 
Estropeé todo e hice que,
en un segundo, 
todo el sacrificio quedara reducido a nada. 
Nunca voy a aprender a rechazar 
lo que me hace tanto mal 
mientras me engaño con que me hace bien. 
Pero al menos comprobé que de ilusión ya no hay indicios. 
Tuvimos la hora y el mejor momento 
y dejamos que los de fuera nos lo arrebataran todo. 
Quedamos desarmados y vacíos. 
    Sin nosotros. 
           Sin nada.