domingo, 19 de junio de 2016

cuando alguien se va

Te fuiste, adiós. Te dejé marchar, adiós. Un día me desperté y me dolías demasiado, y no pude con eso. No pude más con que las cosas sucedieran con lentitud de funeral en tu vida, mientras yo soy las ganas de irme y recorrer el mundo a pie. Eso me hace sentir la canción que habla un poco de nosotros. 
Me dejaste, adiós. La rima de tus rasgos no tiene sentido cuando tú no estás. Nada lo tiene. Te pedí de rodillas que me mintieras, acepté lo bueno de tu infierno y fui peregrina en él. Y del milagro de tu beso después de tanto imaginar. 
Me abandonaste, adiós, es mentira eso de que no es culpa de nadie. Es culpa tuya. Pero ahora... Adiós. Quién sabe si tú te acuerdes de un viejo mes de febrero. 

lunes, 13 de junio de 2016

jueves, 9 de junio de 2016

¿cómo se baja el telón en una historia que ni siquiera comenzó?

Ya no me acuerdo por qué te quiero tanto, ¿podrás perdonarme? Creo que es por la paz que me daba abrazarme a tu espalda después de mucho tiempo sin verte. Cerraba los ojos y respiraba tu perfume. Qué feliz fui en esos momentos, no existen palabras. 
Jamás hubiera pensado que el tiempo que nos separa podía ser infinito, pero lo es y ahora sólo tengo recuerdos vívidos cuando parpadeo muy rápido.
Qué año tan difícil para mí ese que creía tenerte y a ti no te importaba nada. Era tan pequeña para unos sentimientos tan grandes que todavía no puedo explicarlo, pero era todo para ti y te lo hubiera querido dar de rodillas. 
No era más que una niña cuando me di cuenta de que nunca volvería a sentir tu abrazo dulce y salvaje a la vez. Jamás podré comprenderlo, que todo lo que yo sé de amar lo aprendí cuando me dabas la mano, cuando me mirabas fijo como si no hubiera nada más. Y ahí me quedé, perpetua, inmortal. 
Tú y toda tu ternura son tan míos como mi risa o mis pies. Eres todo lo que yo quise y quiero, por encima de este mundo, de mí misma. Y algo siempre va a decirme dentro que lo intente otra vez más. Porque cuando ocurre es un milagro. Y sólo pasa una vez.

martes, 7 de junio de 2016

Y que iluminarás con tus alas de luz

Fuiste el lugar de remanso al que corrí cuando era una niña. El bálsamo para aquellas heridas inocentes que no dejaron marcas en mi piel. Años después, con otras vidas, fuiste mi pecado y mi redención. Recuerdo como si estuvieran pasando ahora todas las cosas que viví contigo, lo que pasamos juntos y también separados, ese tiempo infinito en el que me enamoré más de ti, más aún. Como si pudiera. Y pude.
Me compadezco del resto de la gente porque no te conocen como yo. Quisiera mostrarles a todos el ángel de salvación que gané con amor y perseverancia, y el amor genuino que se puede sentir por alguien si ese alguien eres tú.
Pero hay cuestiones que me invaden y que sólo puede respondérmelas tu piel, confío tan solo en ti.

jueves, 2 de junio de 2016

y no busco más sentido a mi dolor

Nuestros destinos se separan como el mar que un día dividió Moisés. Las aguas a veces vuelven a juntarse cuando pasa la tormenta y otras veces toman cauces paralelos. Jamás se vuelven a unir.
Esta noche sólo me reconforta saber que hice más de lo que podía por nosotros, por que saliera bien. Incluso con incertidumbre, te di todo lo que tuve en las manos, te lo entregué de rodillas en una bandeja de plata. Amé como si no me hubieras lastimado, sin miedo, sin dudas. Antes eras tú el único capaz de reconfortarme. Ahora ya no tengo nada. No me pesa haberte dejado todo lo que fue mío y salió de mi alma. Nada me pesa. Ando ligera como el primer pensamiento de una mente bien descansada. No me duele más que no hayas querido despedirte de mí, ni que no me hayas valorado. No a mi amor, no a mi entrega, sino a mí. A la persona que te quiso sin condiciones y por encima de lo humano y lo divino. La que antepuso tu bienestar al suyo. Yo no quería nada a cambio, te lo prometo, no buscaba ganar tu cariño mediante la pena. Sólo quería estar cerca de ti y nada más me importaba hasta que demostraste quererme lejos.
Ya no duele. Un día dejará de doler de verdad.