jueves, 2 de junio de 2016

y no busco más sentido a mi dolor

Nuestros destinos se separan como el mar que un día dividió Moisés. Las aguas a veces vuelven a juntarse cuando pasa la tormenta y otras veces toman cauces paralelos. Jamás se vuelven a unir.
Esta noche sólo me reconforta saber que hice más de lo que podía por nosotros, por que saliera bien. Incluso con incertidumbre, te di todo lo que tuve en las manos, te lo entregué de rodillas en una bandeja de plata. Amé como si no me hubieras lastimado, sin miedo, sin dudas. Antes eras tú el único capaz de reconfortarme. Ahora ya no tengo nada. No me pesa haberte dejado todo lo que fue mío y salió de mi alma. Nada me pesa. Ando ligera como el primer pensamiento de una mente bien descansada. No me duele más que no hayas querido despedirte de mí, ni que no me hayas valorado. No a mi amor, no a mi entrega, sino a mí. A la persona que te quiso sin condiciones y por encima de lo humano y lo divino. La que antepuso tu bienestar al suyo. Yo no quería nada a cambio, te lo prometo, no buscaba ganar tu cariño mediante la pena. Sólo quería estar cerca de ti y nada más me importaba hasta que demostraste quererme lejos.
Ya no duele. Un día dejará de doler de verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario