sábado, 30 de abril de 2016

hacia lo salvaje

Pausemos el pensar. Se terminó. Basta para mí. Basta para todos. Basta de fingir. Ahora estoy sola, realmente sola, porque la única persona que me quitaba el miedo a pensar se ha ido. Hace un rato que atravesó la calle que alguna vez nos unió en quirúrgica cercanía y que ahora nos separa. Hace un tiempo que está lejos de mi lado de la cama. Porque él no finge. Ya no le hace falta, si es que alguna vez tuvo que pretender ser para creer que era. Pero no fue nada. Estamos lejos de la realidad desde que inventamos a Dios, o peor, desde que inventamos las palabras. Y él, en cambio, cada vez más cerca. Cerca de él mismo, de lo salvaje. Y lejos de mí. Pero yo quiero volver a sentirme animal para poder guarecerme en su pecho, mi hombre centauro. Para poder buscar su olor en la oscuridad. Para poder... Volver a ser, a nacer, a recomenzar en lo puro, en el instinto. Y dejar de pensar. Porque ya fue suficiente. Porque basta para mí. Basta, para todos.

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