jueves, 19 de febrero de 2015

Unos ojos negros nunca han vuelto a ser tan claros.

Esperando que pase cualquier bus lleno de gente amaneciendo no puedo dejar de pensar que alguien nos vio así alguna vez a nosotros dos. Besándonos de madrugada en una parada, en un tren, perdidos en el cuello del otro, sumidos en un abrazo, casi dormidos. Si me pongo a ser tuya, si me empeño en serlo, voy a conseguir que abras una tregua al abrir la boca para acariciarme la lengua. 

Recuerdo no vernos mirando el reloj, porque a nadie le importa qué hora es cuando ni siquiera se tiene claro qué año, cuando la mejor noche puede ser cualquier noche y no nos preocupa que mañana tengamos una resaca de vodka barato, o que ya no me quieras, o que haga tanto frío y me hayas dejado un vacío ártico en el pecho y las marcas de tus dientes en las manos. Es que he echado tanto de menos cosas que no se tendrían que haber alejado, como tus dedos en mi boca, como tu abrazo cínico. Como verte caminar. 

Son las diez de la mañana de un día que no sé y no quiero dormir, no estoy preparada para olvidar todas las cosas que dijiste o para que no estés más. Que unos ojos negros nunca han vuelto a ser tan claros. Que si querés volver, que vuelvas. Y si no, que te vaya bien. No sabés lo que está generando ver día y noche cosas para compartir con vos y que ya no existas. Me hace querer irme corriendo al lugar seguro en el que te escondés cada vez que me doy cuenta que no podré enseñarte mi nuevo tesoro y descubrimiento, mi nueva palabra, mi nuevo verso. 

Que se nos derritieron en el pecho los polos opuestos y por eso pudimos unirnos en mi mundo raro, hasta que te hiciste mayor y entonces se acabó. Como todo. Y yo siempre en el centro mismo de la felicidad y el desengaño, como esas palabras que no creías que tuviéramos derecho a usar fuera de los poemas, hoy te las estoy regalando. Me recordás tanto a todas las cosas que nunca dejan de llegar tarde si soy yo quien espera por ellas, que casi hubiera podido ser la chica triste por la que rezabas. Aunque al final vos nunca llegaste a entender nada, que había cosas para las que era demasiado tarde y para otras demasiado pronto.

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