martes, 13 de enero de 2015

Sin noticias del cachorro de la clase alta de Manhattan.

He enarbolado en mi jardín un estandarte de indiferencia pero estoy desorientada, para no perder la costumbre, como cuando se cambia la ruta que lleva a casa sin saber muy bien por qué. Yo, que creía haber esquivado una bala con vos, me he dado cuenta a medio camino que estaba herida, que la sangre salía a borbotones por tres agujeros distintos de mi pecho y estás ahí, impasible. Te desplazaste sigiloso por mi vida, tan reptil, que colonizaste con tu lengua bífida mi cuerpo índico. Ojalá hubieras sentido algo antes de herir, antes de los disparos, del bombardeo, antes de todas las granadas que colocaste entre tu coche y mi puerta. 

Te conté que odiaba el verano, el calor y la playa, pero que sabía la hora y el sitio exacto en el que tenía que sentarme para que me iluminara el rostro ese rectángulo solar que se colaba por mi ventana. Te conté que, después de estar tanto tiempo bajo una desolación trasmutada, había descubierto, por fin, que todo lo que anhelaba era un tocadiscos para escuchar a David Bowie y a Nick Cave mientras bailaba en bragas por el salón de casa. Que quería escribir, fumar y tomar whisky como una Jessica Lange cualquiera, con la mirada perdida pero el corazón muy seguro de quererte a vos hasta el último momento e incluso el que viniera después. Te dije que ya no había piedad para un joven cachorro de la clase alta de Manhattan, que si pestañeabas muy rápido teníamos diecisiete de nuevo y me sobrarían dos años para contarte algo importante. Que cuando te miraba a los ojos sabía quién era yo. 

No imaginás la de cosas que te puedo contar cuando parece que no me estás escuchando, cuando me pregunto por qué no te disfruté entero, por qué no acaricié con calma hasta tus párpados para tener en el futuro al menos ese recuerdo nítido, vívido, de que fui más tuya y de tus besos que me hablan de que todo está bien mientras tus gafas de pasta me estudian desde el rincón y tu ceño se frunce porque no entendés por qué me gusta esta canción si es tan triste que nos hace infinitos, que de lo que pude pertenecer a alguien alguna vez. 

Aún hoy me preguntan si hay noticias tuyas, y yo, que sigo sin tenerlas, como la linda y eterna mujer que espera que alguien vuelva de la guerra, digo que ya me cansé de hablar con vos pero tampoco quiero ir a dormir porque no soportaría olvidar todas las cosas que me dijiste casi sin darte cuenta, mientras veíamos descorrerse el velo que oscurecía el cielo.

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