martes, 9 de septiembre de 2014

Del pelo alborotado

-18 de febrero.

Tenés el pelo alborotado y,
por favor,
mantenete lejos de mí porque soy bastante tóxica.
Creía ser inmune a todo esto,
no quiero tenerte cerca,
estoy tan enfadada por haberte dejado entrar.
No tenía que pasar nunca más. No tenías que pasar.
Pero tenés el pelo alborotado y los vaqueros rotos.
Hacete así, que se te están pegando mis manías.
Echá el freno, no vuelvas,
me estás destrozando lo que queda
y se me caen los jirones de la ropa.
Estoy quedando descompuesta, irreconstruible
y casi veo en tus ojos que lo estás disfrutando.
Dejá un poco de dolor para mañana,
que se nos agota la existencia
y tenemos que darnos golpes por un rato,
que tenemos que guardar peleas para tanta distancia,
12.000 kilómetros que nunca serán el fin,
al menos no será el nuestro.
Que ya sé que soy bruta e insana,
que te lastimo como una gata arisca
pero es sólo para lamerte después las heridas.
Que ya sé que soy agotadora
pero es sólo para poder dormir a tu lado cuando te rindas.
Ya conocés el camino a casa, -calle 20, número 538-
así que ahí tenés la puerta para que no vuelvas a entrar.
Y cuando te vayas andá recogiendo lo que dejaste por si acaso estos días,
los tenis sucios, un poco de ternura y mucho enfado.
Somos seres cóncavos,
no hay manera de unir ni poner fin a nuestras guerras negras,
mientras entre nosotros no hagamos más que encender miles de incendios impares.
Incautame un poco más el aire,
con las manos al cuello,
con tu soga ahorcándome,
tu boca a mi boca nunca llega para salvarse.
Y vení, que te peino,
que si seguís siendo el chico alborotado
jamás voy a dejar que te marches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario