miércoles, 27 de agosto de 2014

Caracoles

Caracolitos en la espalda.
Los siento caminar.
Siento los caracoles que tus dedos dibujaban ascendiendo por mis piernas.
Y te escucho respirar.
Casi palpo el vaho que emana de tu boca hacia la mía
mientras tu barba me salva y me acaricia las mejillas.
Y me recuerdo.
Me veo ahí, ante vos, dejándome ser completamente,
te dejo hacer lo que creas conveniente conmigo, con mi boca, con mi cuello.
Cierro los ojos y me elevo hasta vos,
con el pelo columpiándose en la espalda que arqueé para que puedas seguir.
Te permito creer que soy tuya y que quiero que seas para mí,
pero en realidad no me importa en absoluto a quién estoy besando, porque no es él.
No sé a quién pertenece la saliva que mezclo con la mía,
no sé quién echó agua sobre los fuegos artificiales que se encendían
cuando me besaba la única persona que me dijo que me quería cuando realmente lo hacía.
No sé quién apagó las luces y corrió las cortinas y cerró todas las puertas
sin saber que mi Amor (él) era capaz de colarse por cualquier rendija,
por cualquier pliegue de mi ropa, por debajo de cualquiera de mis camisas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario