domingo, 20 de abril de 2014

Y cómo no iba a escribir los versos más tristes esa noche.

"Apagá la tele o apagá el movil".
No puedo, papá, no quiero quedarme sin mí ni quiero quedarme sola.

Estoy mirando al techo con un brazo detrás de la cabeza
y por un instante imagino que no existe tal techo,
que estoy mirando el cielo de una noche estrellada,
como un Neruda cualquiera,
y que no estoy en esta cama improvisada,
sino en una hamaca en un bosque
y cuando giro la cabeza, te veo.
Por un instante.
Y, en ese mismo, pienso en el abrazo
tan grande que te daría al verte
después de tanto tiempo
y tanto dolor
e invento una conversación perfecta entre los dos.
Y te hablo de esa cosa tan maravillosa
y exclusivamente nuestra,
de unos momentos que van a ser tuyos y míos
para siempre.
Es verdad, en este instante cierro los ojos
y soy capaz de sentir la brisa de una ciudad sin polución,
disfruto del frío tenue que me acaricia
y veo luces en la negrura del cielo.
Y cómo no iba a escribir los versos más tristes esa noche,
y por eso los más hermosos.
Así que, por favor, apagá el móvil, la tele,
el amor y el alma.
Cerrá los ojos
y disfrutá de esta noche estrellada
que es sólo tuya,
porque era mía y quiero regalártela,
que yo, en la distancia y el enfado y la rabia,
voy a gozar de una noche de verano imaginaria,
observando un cielo que no existe,
junto a una persona que es mentira.

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