viernes, 20 de diciembre de 2013

Quiero regresar a mi después de haber muerto de vos.

Te juro que esto empezó queriendo ser poesía.

Quererte siendo débil, siendo fuerte o siendo yo está acabando con cada una de mis células.
Mi sangre, eso sos. La sangre que corre por mis venas,
o que se corre por ellas. Por las tuyas.
Leí que lo esencial era invisible a los ojos y tal vez por eso no podés verme.
Y yo tampoco soy capaz de verme sin vos, es esencial tenerte cerca.
Por mucho que lo intenté no pude irme tan lejos de vos como yo quería. 
Dejemos de hablar de lunares,
de dibujar constelaciones en tu espalda.
Dejemos de hablarnos con mentiras, dejemos de engañarnos.
Yo no quiero que las cosas sean como son ahora
y vos no querés que sean como un día fueron así que,
¿por qué mejor no hacer que dejen de ser, de cualquiera de las maneras?
Que dejemos de ser vos y yo como éramos antes,
que ahora somos una ilusión porque ambos sabemos que es imposible volver,
no olvidemos que seguimos en el punto de no retorno.
Puede que un poco de rencor y resentimiento se haya apoderado de nosotros.
Es posible que el cariño haya dejado lugar al resquemor y a las dudas que nos van persiguiendo.
La desconfianza.
Y aunque no te deje de querer ni un segundo del día,
sé que es necesario que nos sentemos frente a frente y poder decírtelo mirando a tus ojos,
los que ya no me guían.
Decirte que, aunque queme, tengo que irme de vos para siempre.
Que quiero una distancia tan grande que me haga olvidar hasta el mejor de los momentos,
que quiero una terapia,
una rehabilitación que haga que regrese a mí después de haber muerto de vos. 
Quiero un tiempo como el que necesitó Gustavo de su caramelo,
unos setenta años.
Y tal vez así llegue el día en el que no te necesite más,
el día en el que despertar no sea una tortura que me recuerde que ya no existen tus manos escribiendo esas tres palabras que me daban vida,
en el que todos tus gestos no me suenen de nada 
y tu nombre no me conduzca hacia ningún lugar. 
Tal vez exista ese día y esté marcado en el calendario, al igual que el día del juicio final.
Esa noche hablaremos y las ganas que tengas de ser amable o ser perverso no me harán ser feliz o querer matarte.
Existe, como un día los dos existimos juntos, sonrientes y amigos,
tal vez el día antes a la noche funesta.
O como aquellos meses en los que nos desconocíamos.
Juro que daría todo por volver a desconocerte, 
por no tener tu número en mi agenda ni tu voz en mi vida, 
borraría las tres de la madrugada de esa noche que decidí hablarte y borraría tus palabras,
tus recuerdos y tus fotos.
Y empezaría de nuevo, de otra manera. 
Cambiaría radicalmente la estrategia
y me limitaría a quererte como me va naciendo
y no anclaría el amor por miedo a perder tu amistad,
no lo frenaría y lo dejaría ser y te lo diría, te lo gritaría.
Y no escucharía nada que tuviera que ver con otras personas,
no te aconsejaría, no me involucraría, sería tu mayor desconocida.
Demasiados condicionales hay en estos versos.
Si en el fondo todavía hay algo,
si en algún momento te importé o me quisiste
te aseguro que yo no pongo ningún problema en empezar de cero.
Si es así, por favor, volvé a quererme como antes por Navidad.

http://m.youtube.com/watch?v=8oh_g5mO08M
"Tus amigos me han dicho que estás durmiendo con mi suéter y que no puedes dejar de extrañarme, pero mis amigos han estado diciéndote que yo no estoy llevándolo mucho mejor porque me falta la mitad de mí y estar aquí sin ti es como si estuviera despertando con sólo la mitad de un cielo azul, un poco allí, pero no del todo. Estoy caminando con un solo zapato. Soy la mitad de un corazón sin ti. Soy un hombre a medias, a lo mejor, con la mitad de una flecha en el pecho. Echo de menos todo lo que hacíamos. Soy la mitad de un corazón sin ti. Olvídate de todo lo que dijimos aquella noche. No, ni siquiera importa porque ambos nos dividimos en dos. Si pudiera tener una hora iríamos a almorzar junto al río. Realmente podemos hablar de ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario