lunes, 2 de diciembre de 2013

Que la felicidad es mirarte a los ojos y lleva tu nombre.

Dejame hablarte de amor,

decirte que siento si todo esto te viene muy grande,
pero sos la primera persona a la que quiero así,
tan de verdad.
El único al que quiero cuando está conmigo
y cuando está lejos.
Por el que siento que no hay poro de mi piel por el que no emane todo lo que lo quiero,
ni momento en el que te tenga cerca sin sentir que exploto
de las ganas de volver a besarte.
Que la felicidad es mirarte a los ojos y lleva tu nombre.
Es estar a tu lado creyendo que no nos van a separar,
sabiendo que al mover mi mano va a estar tu cuerpo para sentirla,
que sos real.
Es verte sonreír y saber que es por mí,
escuchar tu voz y preguntarme cómo pude vivir sin ella.
Es tu perfume,
es que me envuelvas y perderme en tus brazos
y pedirle a Dios que nunca me sueltes,
que me aprietes aún más contra tu pecho.
La felicidad es odiarte por como sos
al mismo tiempo que ruego por que nunca -me- cambies.
Saber que tengo unas palabras tuyas de desayuno
y darme cuenta de que te quiero
todo el día
y de que nunca en la vida sentí el alma tan plena y llena de alegría como cuando soy consciente de que existís
y que estás ahí para mí y yo para vos,
siempre.
Me parece habértelo dicho antes,
la felicidad se parece mucho a vos,
tiene tus ojos, tu sonrisa y tus maneras.
Usa tu perfume y suena como a nuestras peleas.
Ella tiene tu nombre -los dos-.

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