domingo, 1 de mayo de 2016

Parece mentira

Quisiera poder ponerle un nombre a lo que siento por ti y que hace poco comprendí que no es amor. Es una necesidad ancestral de nuestra especie denominar las cosas que desconocemos y lo es también el no nombrar las que tememos. Es por eso que estuve tanto tiempo sin hablarte, porque te desconozco y me asusta tanto que me raspa las rodillas. Te intento decir que no todo tiene que ser a sangre fría, mientras tú sólo correteas por la casa como un niño. Y yo te observo desde lejos cuestionándome en qué momento hemos perdido las ganas de contar en la pared mientras los otros se escondían. O al menos hemos perdido el valor para hacerlo. Recuerdo lo feliz que fui hasta los seis años. Recuerdo también no haber vuelto a serlo hasta un domingo de un mes par, muchos años después, frente a mi pelotón de fusilamiento compuesto sólo por ti. 
Soy capaz de avistar tu rostro al otro lado de una habitación concurrida, de sentir tu lengua abrirse paso hasta la mía, de notar tu mano fría posarse delicada en mi cintura. Soy capaz de verte el miedo y las mentiras y más aún, las verdades. Aunque nos hayamos perdido en el medio, nadie dice que no podamos volver a encontrarnos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario