lunes, 16 de mayo de 2016

ciclos

Otra vez me llevas al lugar del miedo, al lugar donde todo adquiere sentido de muerte, al lugar triste del que intenté salir. Otra vez me llevas. Me arrastras atrevido a tu palacio de invierno. No me quiero despedir de ti. Algo se me rompe dentro cada vez que pareces acercarte y vuelves a huir. Lo escucho caer y alguien llora en la habitación de al lado. Ya no me quedan platos para tirar. No tengo nada. 
El día que te fuiste para siempre llovía sin parar en la ciudad. En todas las ciudades. Llovía sin parar. Intenté darle sentido a nuestro juego quién sabe cuántas veces. 
Pero todo vuelve a ser río cuando lloro en esta cama que te contuvo, y el río vuelve a su cauce y yo vuelvo a estar sola. Ya no vale perdonarte. No crecerá la hierba. 
Todo se torna lúgubre cuando hablo de ti y de toda esta nieve que dejaste en mis zapatos la noche esa que golpeé tu puerta y no quisiste abrir. La noche esa que me dejaste morir. La noche esa que es todas las noches cuando no estás.

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