lunes, 11 de mayo de 2015

un día dura tres otoños

Te extraño tanto que cuando veo nuestras fotos juntos me parece increíble que alguna vez haya ocurrido. Es que te echo de menos de una forma a la que creo que nunca me voy a poder acostumbrar, que va a ser un dolor con el que tendré que cargar toda la vida, ya casi ignorándolo pero que jamás remitirá. 
Todos los días, en algún momento viene algo que me lleva a ti, ahora tan ajeno, alguna vez tan mío. Y no cesa. No se quiere ir. Quiere rasgarme desde dentro hacia fuera, quemarme con besos de cianuro, maldecir mi destino. Quiere recordarme que nosotros siempre vamos a estar mucho más arriba que el cielo, que el sol y que la luna, y que  hasta ahí y mucho más yo te voy a seguir queriendo. Ahí donde me quede sin oxígeno, donde no pueda salir sin casco, donde no haya gravedad y cada día dure tres otoños. Ahí de donde nunca debieron habernos bajado. Y más aún. Te quiero por encima de aquello que no podemos ver y que desconocemos. 
Y claro que soy capaz de vivir sin ti y no escucharme cuando pienso en hablarte, pero quisiera no poder, y morirme cuando me faltes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario