Lo prometido es deuda.
Es justo en el instante en el que arrugás la nariz y apretás los labios cuando me tenés para siempre. Es ahí, en el momento mismo en el que tu mirada se convierte en ternura, ya está, a partir de ahí soy tuya y lo sabés, jugás con eso, te divertís, pero lo estás haciendo bien, porque lo estás haciendo conmigo y ya no me hago cargo de nada. Sin nada que decirnos, no nos faltan las palabras, no nos faltan las caricias, porque si estoy con vos no necesito nada.
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